EL SUEÑERO - ENRIQUE BRECCIA
Enrique Breccia es, señoras y señores, nada más, ni nada menos que el hijo de Alberto Breccia uno de los más revolucionarios e influyentes historietistas del mundo, autor de variadas adaptaciones como: El Eternauta, La vida del Che, Mort Cinder, Sherlock Time, Evita, vida y obra de Eva Perón, Perramus, y Ernie Pike.
Enrique Breccia nace en Buenos Aires en 1945. Heredero del talento artístico de su padre, la pintura fue su primera inclinación. En
Su primer trabajo profesional fue su colaboración en La vida del Che en 1968, junto con su padre y con guión de Héctor Germán Oesterheld, mencionado en posts anteriores.
Enrique se encarga de la etapa boliviana de la historia de Guevara, su captura y muerte. Los originales de esta obra serían quemados más tarde debido a la situación política que atravesaba el país, una dictadura militar que encontraba en esta obra ideas contrarias a las suyas.
Su padre Alberto, había ya trabajado repetidas veces con Oesterheld de ideologías Montoneras, quien es “desaparecido” por las fuerzas de seguridad a las ordenes de la junta militar que gobernaba al país, en 1977.
Un año después padre e hijo trabajan juntos por última vez, en la versión de El eternauta realizada por Alberto.
En 1972 dibuja para la revista Billiken, y luego ilustra libros de
También en ese mismo año comenzó una colaboración de 8 años, bajo seudónimo, en la serie Spy 13 para la editorial británica Fleetway. En ese período realizó La leyenda de Thyl Ulenspiegel basada en la adaptación de Norberto Buscaglia de la obra de C. de Cóster (historia que quedó inconclusa), de donde proviene el estilo para su personaje más famoso, Alvar Mayor.
Comienza a trabajar con Scutti, de Ediciones Record, haciendo historietas que se vendían al mercado italiano. En 1976 publica con guión de Carlos Trillo El buen Dios en la revista Skorpio, dibujando tres capítulos; historieta ambientada en el Virreinato del Río de
Para Record realiza El peregrino de las estrellas, Avrack, entre muchas otras, y trabaja con varios guionistas, como Guillermo Saccomano, Walter Slavich o Ricardo Barreiro.
En 1978 realiza Marco Mono para la revista Hurra, con guión de Carlos Trillo.
Desde el inicio se suma a Superhumor, en 1980. En el primer número comienza Los enigmas del PAMI, también con guión de Trillo, en la que ambos autores son dos envejecidos personajes.
En 1983 dibuja Ibañez, con guiones de Robin Wood, para la revista D'Artagnan de Columba.
El primer número de Fierro cuenta con Breccia, que comienza haciendo adaptaciones. Sigue con El cazador del tiempo, con guión propio que firma con el seudónimo de Márquez. En un estilo similar a esta última, realiza El Sueñero, Con guión y dibujos de Enrique Breccia, El sueñero fue realizada en 1984. Pensada para el mercado europeo, los primeros capítulos tienen un tono imaginativo y aventurero, pero cuando el trato con el editor se rompe el autor la publica en Argentina, y la historia se tiñe de color local.
Con fuerte contenido político, Breccia desliza apuntes sobre la reciente dictadura, la guerra de Malvinas, temas como la deuda externa y el rescate de lo nacional frente a lo extranjero. Refrendando las ideas, el propio autor aparece como Churrique, uno de los personajes que acompañan al Ñato. Pero ampliaremos gustosamente más adelante.
Con Metro-Carguero trabaja sólo como guionista, realizando el dibujo su amigo Cacho Mandrafina. También realiza El Reino Azul, en color, sobre un guión de Trillo.
En 1989 hace Lope de Aguirre, la aventura.
En 1992 realiza De mar a mar, para la colección Quinto Centenario, de Planeta-Agostini. La historia relata el descubrimiento del Pacífico.
En 1993 recibe el premio Pléyade por la mejor producción gráfica del año.
En 1988 debuta en Estados Unidos, con Mechants of Death, para Eclipse Comics. En 2001 comienza a trabajar para
“Había una vez un mundo, un reino, una sociedad basada y sostenida por la lucha y el combate: todo el sentido estaba en la pelea. Pero hubo una vez que se acabaron los motivos para pelear y empezó a crecer el peligro mayor, el pecado imperdonable: el aburrimiento. Ahí, en esa coyuntura, apareció el habitual cazador, el proveedor de maravillas, el encargado de vencer el ocio destructor y la desolación del tedio. Convocado, será el momento de El ñato. Saldrá a buscar guerreros olvidados, luchadores míticos, bichos desforados para alimentar la sed de espectáculo violento, el milagro del circo romano y renovado. Seudo empresario y contratista de violencia, tendrá un trabajo especial, trascendente, que lo convertirá en El sueñero: alimentar la fantasía, enriquecer lo imaginario”
Con estas palabras, presentaba Juan Sasturain a El sueñero, en la revista Fierro Nº 8, en abril de 1985.
Efectivamente, El sueñero nos ubica en el 3412 D.C., en un lugar y un tiempo inciertos, en “el año de la muerte sutil”, en un marco de lo que pudiera llamarse “paz”.
Pero los pueblos peleaban desde hacia siglo, se peleaba por tierras, por mujeres, se peleaba casi por cualquier motivo, valido o no. Pero por sobre todo se peleaba por el simple gusto de pelear. Y llegó un dia en que se acabaron todos los motivos, aún el simple, el antiguo, placentero gusto por la pelea. Y se terminaron las guerras. Y los guerreros quedaron sin motivos para vivir. Y los mercenarios se quedaron sin trabajo.
Llegó la paz, pero los pueblos ancestralmente luchadores no supieron que hacer con ella. Y llegó el ocio, contra el cual los hombres no tenían anticuerpos, y comenzaron a morir de puro y simple aburrimiento.
Ante la imposibilidad de combatirlo, los sabios más ilustres, los intelectuales mas renombrados, todas las eminencias grises, amarillas y coloradas del reino fueron convocadas y discutieron durante varias lunas hasta encontrar la respuesta con la cual acabar con la peste: “el sirko roman-ho”
Aquí entra en escena El ñato quien será el encargado de viajar a través del ancho mar que compone la urdiembre del tiempo y el espacio, en busca de animales imposibles y guerreros fabulosos para proveer al sirko roman-ho.
Y no permanecerá solitario por mucho tiempo pronto reclutará a El Minotauro, Mr. Hyde, el Lobizón, y se tomará luego un tiempo para visitar al Mar del Sud, donde la historia comienza a dar un giro, aparecen argumentos de la mitología Argentina y el argumento se politiza y desemboca en la lucha entre las fuerzas populares y el enemigo extranjero, caracterizado como el “grhin-go”.
Se hace presente también "Churrique", siendo este ni mas ni menos que un vocero ideológico de Breccia.
El sueñero, sin lugar a dudas una historieta muy buena y por sobre todo argentina.
Francisco Pucci.
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