30 de octubre de 2009

Debido a la repentina finalización de este espacio decidimos dedicarle un tiempito a quien en mi opinión fue el mejor guionista de historietas que haya existido Argentina: Hector Germán Oesterheld, la base esencial de los “Años de Oro” de nuestro comic, siendo el principal influyente de las mejores obras de arte a nivel narrativo, expresando una gran creatividad típica de este autor. Esta persona merece todo nuestro reconocimiento ya que forma parte de nuestra historia, debido a su trágico final en manos de militares en nuestra última dictadura, solamente por pensar distinto a estos últimos. Sin mas preámbulos, les presento su historia:


Héctor Germán Oesterheld


El escritor argentino Héctor Germán Oesterheld nació el 23 de junio de 1919 en Buenos Aires, Argentina, era hijo de un inmigrante alemán llamado Fernando Oesterheld y de Elvira Ana Puyol, de origen vasco.

Desde muy temprana edad dio muestras de un particular interés por la lectura. En 1943, a los 24 años, comenzó a trabajar como corrector en el suplemento literario de La Prensa, donde publicó su primer cuento, intitulado Truila y Miltar. En él ya podemos encontrar sólidos vestigios de la estética que luego lo llevará a la fama y a la muerte.

Fue estudiante de Geología en la Universidad de Buenos Aires, complementando sus estudios universitarios con los de botánica, zoología y antropología, además de llevar adelante una intensa producción de literatura infantil (Gatito y la colección Mis Animalitos de Sigmar entre otros) que logró publicar en diversas editoriales.

Pocos años pasarán entre el Oesterheld escritor de cuentos infantiles y el Oesterheld guionista de historietas.

Cuando apenas comienza la segunda mitad del siglo veinte, el dueño de la Editorial Abril le ofrece la tarea de escribir guiones de historietas. Para Oesterheld significa una de las oportunidades más importantes de su vida, surgiendo entonces sus grandes trabajos en las revistas RAYO ROJO y MISTERIX: El Indio Suarez, Bull Rockett y El Sargento Kirk.
Luego de recibirse de Geólogo contrajo matrimonio con Elsa Sánchez.

Al poco tiempo abandonó la actividad científica para dedicarse de lleno a su gran pasión y su inescrutable sentencia: la literatura, comenzando así una lista interminable de éxitos como guionista de historietas: Ticonderoga o El Eternauta son algunas de ellas, siempre de la mano de dibujantes de gran talento como Hugo Pratt, Paul Campani, Solano López o Alberto Breccia.

Estos artistas conformaron un nuevo circuito de producción creativa en el país, cuyo eje se movía justamente tras Oesterheld.

En 1952 nace Estela, la primera de sus cuatro hijas. A ella le siguen Diana (un año después), Beatriz (1955) y Marina (1957).

Tanto ellas como sus esposos compartieron el mismo destino de su padre; militantes montoneros, se convirtieron en víctimas fatales de la cruenta dictadura militar que sacudió a la Argentina en la década del 70´, permaneciendo aún hoy en estado de desaparecidos.

Con su hermano Jorge Oesterheld fundó la editorial Frontera, que se transformó en uno de los espacios más importantes de la literatura de aventura a través de revistas como Hora Cero y Frontera.

Esta editorial, así como sus revistas, se caracterizó por llevar a los lectores un claro mensaje político y social que la alejaba de la clásica historieta pasatista y ancilar. Ellos daban cuenta de un giro estructural y semántico en el género que marcó un hito en la literatura nacional, ligando el cómic a la cruda realidad nacional y mundial de aquellos tiempos, donde la guerra estaba a la vuelta de la esquina.

Para Oesterheld la historieta nunca fue un mero entretenimiento sino una herramienta para arreglar lo que no funcionaba, un grito que quería hacerse oír, una nueva forma de decir basta.

Todos los géneros y temas fueron objeto de análisis de la editorial.

El western, lo fantástico, la ciencia ficción, la historia argentina... hasta la segunda guerra mundial fue revisada por el escritor a través de su personaje Ernie Picke, donde, en medio del terror y la muerte, nos intentó mostrar el lado humano de las personas.

Luego, en el apogeo de su carrera, aparecieron nuevos personajes que dejaron su marca en la historia del género: Randall, Rolo el marciano adoptivo y Ticonderoga pasaron a ser parte de la memoria colectiva, al igual que su creador.

Finalmente, su obra cumbre, El Eternauta, con dibujos de Solano López se transformó en una bisagra, con un antes y un después bien definido a la hora de la escritura de este tipo de relato.

Su capacidad alegórica y anticipatoria aún hoy sigue impresionando a los que incursionan por primera vez en esta obra de máxima importancia para la ciencia ficción local.

A pesar de sus grandes éxitos, en 1963 la editorial entra en una severa crisis económica debido, quizás, a la inexperiencia comercial de sus fundadores, lo que lleva a Oesterheld a más de un lustro de oscuridad y silencio. Sin embargo, durante esta época crea a Mort Cinder, fiel reflejo de su estado de ánimo.

Con el fracaso editorial y agobiado económicamente, Oesterheld regresa a trabajar en Misterix y Supermisterix, revistas que ya no eran publicadas por Abril sino por la Editorial Yago.

Allí nacen Mort Cinder y Watami. Simultáneamente publica sus historietas en Chile y además surgen nuevos trabajos como director en la revista Eternauta y como editor en Geminis; ambos eran magazines pseudos científicos con un estilo similar al de la legendaria revista Mas Alla, donde el autor también supo trabajar en sus inicios.

A fines de los años sesenta Oesterheld ha logrado el reconocimiento de sus pares y el público, tal es este, que le piden publicar uno de sus cuentos en la antología de ciencia ficción Los Argentinos en la Luna; libro en donde lo acompañan entre otros: Mujica Láinez, Pablo Cappana y Alfredo Grassi.

Al mismo tiempo e impulsado por los momentos difíciles que vive el país asume una militancia política que influye notoriamente en su obra.

También son publicadas La Guerra de los Antartes dibijada por Gustavo Trigo y la versión dibujada por Breccia de El Eternauta. Dos historias que poseen varios puntos en común, destacándose entre ellos, la traición de las grandes potencias del norte a los países menos desarrollados.

Trabajó también en las revistas Gente, El Descamisado, Noticias, 2001, Patoruzu Billiken, Anteojito, y en diferentes publicaciones de divulgación científica.

Pero en 1968 el mundo ha cambiado, los ecos del mayo francés y del Cordobazo repercuten en la intelectualidad argentina, y particularmente, en Héctor Oesterheld.

Se crean nuevos movimientos sociales y políticos que luchan por un profundo cambio social, lo que hace aparecer en escena con todo su esplendor una faceta ya insinuada en las primeras creaciones de Oesterheld, la de un escritor que en lugar de reproducir la lógica del sistema la combate jugándose el propio pellejo en ello.

Como ejemplo podemos tomar su obra El Che en el mismo año 68´, historieta sobre la vida del guerrillero argentino, asesinado un año antes en las selvas bolivianas y el de Evita. Aquí ya no hay lugar para las medias tintas parece decir Oesterheld, en medio de tal vorágine social no puede haber silencios que no se conviertan en complicidades.

Oesterheld eligió el camino militante del escritor comprometido con la transformación social. En medio de Praga crecían amapolas... y Oesterheld, junto a Sartre, le ponía letra a la historia.

Los años pasaron y bajo los adoquines no hubo arena de playa sino sangre derramada, sangre de quienes, como este escritor, intentaron aportar un pequeño ladrillo a la construcción de algo diferente.

En 1969 fue publicada una nueva versión de El Eternauta en la revista Gente, con dibujos más experimentales hechos por la pluma de Alberto Beccia. El contenido de la obra fue modificado por el propio autor, deslizándose más hacia lo político.

En esta época tanto él como sus cuatro hijas comenzaron a militar, algunas en la UES (Union de Estudiantes Secundarios) del peronismo, otras en la Jotapé (Juventud Peronista) y finalmente en Montoneros, la más importante y numerosa de las guerrillas peronistas, protagonista de la lucha armada del país durante la década del setenta, que buscaba el regreso del General Peron al pais.

Su arte, igual que el de Rodolfo Walsh y el de Francisco Paco Urondo, pasa a estar al servicio del objetivo peronista de Montoneros, enfrentando la política liberal de la derecha Argentina.

Con la llegada del proceso militar Oesterheld pasó a la clandestinidad, escribiendo desde allí la Segunda Parte de El Eternauta, libro que logró publicar en la editorial Record. Allí retoma la edición de 1957 y realiza pequeñas adaptaciones respecto de la coyuntura social argentina y, más en particular, a la suya propia de perseguido político.

Pero todo el sueño se esfumó en 1977, cuando Héctor Germán Oesterheld, producto de su literatura, es secuestrado por un grupo de operaciones de los servicios de inteligencia militar argentina. Ese mismo año desaparecen dos de sus hijas Estela y Marina, y ya un año atrás habían pasado a formar parte de la larga lista de desaparecidos sus otras dos hijas: Beatriz y Diana.

En plena dictadura militar, a mediados de 1976, Ediciones Record reimprime en fascículos la versión original de El Eternauta, publicando ese mismo año y en la revista SKORPIO su ansiada secuela.

Escrita por Oesterheld desde la clandestinidad y dibujada por Solano López, esta continuación resulta mucho más directa y controversial que la original. Los nuevos ideales del guionista se plasman y trasladan a la historia que escribe desde quien sabe donde. Ya no hay lugar para sutiles metáforas, Oesterheld no es el mismo y Juan Salvo tampoco.

En 1977 el autor se convierte, junto a gran parte de su familia, en uno de los miles de desaparecidos durante la dictadura militar argentina. La historieta pierde para siempre a uno de sus mejores exponentes.

Héctor Germán Oesterheld es uno de los más grandes guionistas dentro del ámbito mundial, uno de los más famosos de nuestro país, y sin duda el más prolífico.

Se lo considera un precursor y el padre de la edad de oro de la Historieta Argentina. Su influencia en esta industria es innegable, eso sin hablar de la infinidad de lectores y eventuales colegas cuyas vidas han sido tocadas por su trabajo.


La primera en desaparecer fue Beatriz Oesterheld. Tenia 19 años.

Beatriz Oesterheld

El 19 de junio de 1976 llamó por teléfono a su madre, Elsa, y la citó en la confitería Jockey Club de Martínez. Hacía mucho que no se veían y estuvieron hablando casi dos horas. Al despedirse, la joven fue hacia Villa la Cava, en San Isidro, donde -según la madre- militaba. Nunca llegó.

Dos días más tarde, un desconocido se acercó a Elsa cuando estaba por subir al tren y le dijo que Beatriz había sido secuestrada por el ejército.

Su madre fue a la policía y a Campo de Mayo, vio a jueces y sacerdotes, y presentó un hábeas corpus

El 7 de julio fue citada en la comisaría de Virreyes y le dijeron que su hija había muerto junto con otros cinco chicos. Le dieron el cuerpo y la sepultó.

El 4 de julio, Elsa de Oesterheld se enteró por los diarios que los militares habían matado a su otra hija, Diana, de 23 años y embarazada de seis meses, en su casa de Tucumán. Después mataron al marido de Diana. El hijo de ambos, Fernando, de un año, fue llevado a la Casa Cuna como NN. Luego se crió con los abuelos paternos.

E1 secuestro de Héctor Germán Oesterheld fue en la Plata, el 27 de abril de 1977. Estuvo detenido en Campo de Mayo, también en El Vesubio -una cárcel clandestina de La Tablada-, y en un sector de la subcomisaría de Villa lnsuperable conocido como Sheraton.

Lo vieron con la cabeza vendada. Se cree que lo asesinaron en Mercedes.

El 14 de diciembre de 1977, Estela (24 años} le escribió una carta a su madre para contarle otra tragedia: -Mamita, Marina hace un mes que no está con nosotros. Marina tenía 18 años y estaba embarazada de 8 meses.

E1 día que despachó la carta, Estela fue asesinada junto a su marido. Se llevaron a Martín, su hijo de tres años, pero después se lo devolvieron a la abuela Elsa.

Hoy Fernando, el nieto -hasta ahora-menor de Hector y Elsa, vive en Buenos Aires, y Miguel Martin, ya con un hijo suyo, también yse destaca como Director de arte de filmes exitosos.

"Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. [...] Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del '77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso".

Eduardo Arias

Algunos de sus titulos editados son:

  • El Indio Suarez
  • Bull Rockett
  • El Sargento Kira
  • Ernie Pike
  • Dr. Morgue
  • Rolo el marciano adoptivo
  • El Eternauta(con hipervínculo a tu post,obvio)
  • Mort Zinder
  • Watami
  • El Che
  • Evita
  • La Guerra de los Antartes
  • Sherlock time

Rolo, el marciano adoptivo

.El resultado tiene un sabor increíble, inseparable de su época, tal vez. Pero no sólo. Sigue vigente, y no desde la nostalgia más o menos boba. Rolo... es una historieta bárbara.

Es que Rolo tiene que ver muchísimo -más que las que el resto de las historietas de esas revistas- con su contexto de publicación y lectura: en lugar y tiempo. La Aventura, genéricamente de ciencia ficción, transcurre en el aquí y ahora del lector. A Oesterheld le interesaba mucho desarrllar esa idea, com la del héroe colectivo -"en barra", en este caso- y la de la gente común mezclada en circunstancias extraordinarias. Pero cabe aclarar, además, que si el maestro de escuela y sus alumnos, el club de barrio y todo el floklore urbano son apuntes de la realidad porteña de ese final de los cincuenta, no lo son menos los platos voladores que estaban todos los días en las novelas baratas, el los diarios y en el concurrido cielo de Buenos Aires... Querio decir, Oesterheld trabajaba a partir de lo cotidiano en el sentido amplio: lo que hacía la gente, lo que veía en la tele y en cine, más las noticias, es decir, el imaginario, sueños y fantasmas de la época. Y nadie mejor que Solano para mostrar eso con convicción.

Juan Sasturain

Ernie Pike

"Cada hombre realiza su propio combate, tanto en la paz como durante la guerra. El resultado de este combate se conoce al morir, pues, según como se muere, se es vencedor o vencido. El cabo Mark Lenner, el teniente Bridge y todos los componentes de la patrulla fueron auténticos vencedores”anota en su libreta un adusto Ernie Pike, saliendo casi del cuadrito final de una de los capítulos de la saga, titulada “La patrulla”. En esa aventura, ambientada en medio de la Segunda Guerra Mundial, en Nueva Guinea, una patrulla australiana huye del ataque japonés en busca de la costa, a la espera del arribo de un barco aliado salvador. Pero la patrulla es devastada en la huída y la ayuda nunca llega. Sin embargo, en mitad de la tragedia, a segundos del final inexorable, un par de hombres resuelve preservar la ilusión de uno de los sobrevivientes, ciego por una explosión, en un gesto que invade de humanidad el sangriento epílogo.

Una historia que se repite, que nunca tiene vencedores, ni buenos ni malos, ni banderas, ni razas, apenas hombres lanzados a la muerte con un fusil en la mano ante la oscuridad total del verdadero enemigo: la guerra. Tal vez su mejor trabajo en conjunto, Ernie Pike fue una creación de dos próceres de la historieta mundial: el guionista argentino Héctor Oesterheld y el dibujante italiano Hugo Pratt. Su protagonista, un corresponsal de guerra asqueado de la hipocresía de los uniformes y resuelto a romper con las falsas crónicas repletas de gloria, relata en sus notas historias pequeñas, la de soldados que, en medio de una situación crítica, buscan un resquicio de dignidad. Son hombres, después de todo, y están allí para matar y morir, pero son trabajadores, granjeros, médicos, estudiantes: esos son los protagonistas de las crónicas de Ernie Pike, uno de los puntos más altos en la historia del cómic argentino.

Para desarrollar su personaje, Oesterheld se basó en el trabajo de un verdadero cronista de guerra, de nombre Ernie Pyle, que recorrió varios frentes de batalla durante la gran guerra y dejó su impronta en la prensa estadounidense hasta pocos días antes del armisticio, cuando el disparo de un francotirador japonés lo abatió en una isla al norte de Okinawa. La obra de Pyle, ganadora del premio Pulitzer, llegó a los ojos de Oesterheld, y el creador del Eternauta generó una saga extraordinaria, cuyo otro puntal fue el soberbio trabajo de Pratt en la ambientación (se basó en un amplio archivo fotográfico, “sustraído” en su paso por la redacción de algún matutino) y en las escenas de batallas, verdaderos desgarros en cada página, atiborradas de sombras, sangres y cadáveres destrozados. Para definir los rasgos de Pike, Pratt no miró demasiado lejos: vistió al propio Oesterheld con una gorrita militar y utilizó su rostro para inmortalizar a aquel cronista que iba por las ruinas de una guerra que dejaba cientos de historias para apuntar en su libreta.

En la saga, los hombres son plumas al viento, marionetas de un titiritero sangriento llamado guerra. A contramano de la demonización de los alemanes y japoneses, Oesterheld rescataba los gestos humanos atravesando los bandos en pugna: imposible olvidar ahora al soldado distinguido Helmuth Gruber, que elige morir en el paredón de su propio ejército antes que delatar el refugio de unos maquis donde se oculta una nena muy parecida a su hija, muerta en un bombardeo sobre Berlín; o a ese puñado de soldados brasileños que, atrapados por una patrulla nazi, mueren fusilados uno a uno en la nieve antes de confesar cualquier dato sobre las tropas aliadas; como tampoco al guerrillero maquis Denis, que es abatido en su bautismo de fuego en pleno sabotaje de un tren nazi para impresionar al líder de la resistencia.

Como muchas veces pasa y después de un brillante ciclo, la historieta provocó un distanciamiento entre sus dos autores. Oesterheld continuó guionando aventuras de Pike con una docena de dibujantes (entre ellos Alberto Breccia y Solano López), y Pratt publicó en Europa parte de la saga adjudicándose la autoría completa. Sin embargo, y pese al recelo que quedó entre ellos, las crónicas de Ernie Pike no sólo fueron el punto más alto en la obra de ambos creadores (por lo menos hasta que Oesterheld creó el Eternauta y Pratt hizo lo propio con su Corto Maltés), también representó un punto de inflexión en la historieta de aventuras en Argentina...

La nota completa en Sudestada n°37.

Mort Cinder

Publicada originalmente serializada en la revista Misterix entre 1962 y 1964, Mort Cinder está considerada como una Obra Maestra del cómic argentino y sus autores se encuentran entre los grandes nombres de la historieta a nivel mundial.

"Ezra Wilson es un anticuario que vive sumido entre cientos de objetos testigos de la historia. Pero un día, su recogida vida da un giro radical al conocer a un asesino llamado Mort Cinder. Pero si esto ya es sobrecogedor, más lo es el hecho de que Mort Cinder se supone que está muerto y enterrado. A partir de la relación que se establece entre estos dos personajes, Ezra descubrirá que Mort Cinder es algo más que un reo ajusticiado. Es un testigo de la eternidad, y más allá del mudo testimonio de sus antigüedades, Mort le ofrecerá la oportunidad única de viajar a tiempos pasados, donde las líneas escritas de la historia cobran color y forma, y donde Ezra será testigo excepcional de intrigas, asesinatos y traiciones allí donde sólo los libros sólo citaban nombres y fechas. "

El Che


1968: EL MITO DEL CHÉ GUEVARA


Después de "Mort Cinder" pasan algunos años en que Breccia no publica. En el intertanto, se aboca a la creación del I.D.A. (Instituto de Directores de Arte) y a la docencia.

La pausa vale la pena y el regreso llega en 1966, con la breve pero contundente "Richard Long", con guión de Oesterheld, y que es publicada en un suplemento de la revista femenina "Karina". En sólo tres páginas Breccia experimenta tímidamente con collages y fotos. Recursos, por ese entonces, nada habituales en la historieta y cuya audacia gráfica prefigura lo que será su próxima obra.

Después de "Richard Long", en 1968, Breccia junto a su hijo Enrique en los dibujos y con guión de Oesterheld, publican la vida del Ché Guevara. Los originales fueron destruidos por la dictadura militar y sólo recién en 1987, se la pudo disfrutar gracias a una cuidada edición restaurada por Ernesto Santolaya, para Ikusager Ediciones, a partir de un único y deteriorado ejemplar.

El homenaje de los Breccia y Oesterheld es un retrato épico y conmovedor de la legendaria figura del revolucionario por antonomasia. Notables son las secuencias de la captura y muerte del guerrillero inolvidable. Por razones que, imaginamos, de censura política o tal vez por la incapacidad de obtener un ejemplar, esta es una obra que prácticamente no se menciona en las biografías y artículos sobre Breccia, que pasan directamente de "Richard Long" a su revolucionaria versión de "El Eternauta".

Inmediatamente después del trabajo sobre el Ché, Oesterheld comenzó a trabajar en un argumento sobre la vida de Eva Perón, que se mantuvo inédito hasta que, en un esfuerzo de reconstrucción, el editor Javier Doeyo, se encontró con el perdido guión de Oesterheld y los dibujos de Breccia, realizados en 1970, y recreó lo que habría de ser otra de las póstumas colaboraciones entre guionista y dibujante.

Recién en el 2002, se publicó "Evita, Vida y Obra de Eva Perón". Una obra testimonial, épica, llena de referencias visuales a lugares y hechos públicos y una mirada-homenaje a una de las mujeres más emblemáticas de Argentina.


1969: EL FIN DE LA INOCENCIA


Situémonos
en el contexto.

En 1969, Oesterheld recibe la invitación de la revista "Gente" para realizar una nueva versión de su aclamada serie "El Eternauta", publicada originalmente entre 1957 y 1959 en "Hora Cero Semanal", con dibujos de Solano López.

La nueva versión que Breccia y Oesterheld deciden hacer es más osada que la anterior, al menos en dos grandes aspectos.

El primero de ellos es el provocativo argumento que, esencialmente, es el mismo que el de su versión predecesora, con la excepción de que esta vez la obra presenta elementos políticos mucho más explícitos:

- La invasión sólo está dirigida a América Latina, la que ha sido entregada a los invasores por las grandes potencias del mundo, a condición de salvar ilesos.

- Se observan tropas de humanos- robot, despojados de voluntad, sometidos por los poderosos invasores para destruir a sus hermanos
("No importa que sean hombres. ¡Pelean para el enemigo! ¡Tírenles!")

- Sólo en la lucha, solidaria, conjunta, colectiva se puede hacer frente a la sangrienta invasión. La obra cumbre de Oesterheld estremece como pocas. La derrota y la esperanza se suceden una y otra vez, dialécticamente.

En el presente, los compromisos político de Osterheld con los procesos latinoamericanos va en aumento. En el futuro lo aguarda su arresto y desaparición a manos de otros seres aún más inhumanos que los propios invasores de su ficción, los asesinos uniformados de la dictadura argentina.

El segundo aspecto dice relación con el tratamiento gráfico que Breccia hace de la serie. El dibujante experimenta con tramas mecánicas, collages, efectos ópticos. Las viñetas se vuelven más sucias, confusas,y pesadillescas que nunca.

Los dibujos poco nítidos y llenos de texturas, se inscriben en un ambiente denso y ominoso, apartándose de todo convencionalismo, tanto así que, incluso en nuestros días, podría seguir asustando a editores y amantes de la historieta. Breccia extrema su busqueda. Los cascarudos (especie de infanteria de la amenaza extraterrestre) se vuelven manchas imprecisas, seres amorfos. Breccia impregna a la historia de su universo barroco y enrarece cada vez más el dibujo de la serie que a ratos hace olvidar el imaginario de la brillante obra predecesora de Solano López.

La Era de la inocencia en el cómic sudaca se acaba con "El Eternauta".


CESEN EL ADEFESIO


Para los lectores habituales de "Gente", el tratamiento visual del nuevo Eternauta resultó insoportable. Sus páginas llenas de experimentación, no encajaban en las de una revista como aquélla. Finalmente la serie es abruptamente cancelada.

Oesterheld se compromete a terminarla en tres entregas y condensa la historia en pocas páginas. La trama se acelera y grandes elipsis junto a ladrillos de texto intentan dar cuenta del final de la historia que a tropiezos logra llegar a la última página. Y como si esto fuese poco, el editor de Gente corona el hecho con una disculpa pública a sus lectores por el error imperdonable de publicar tamaño adefesio, en una revista tan devotamente decente.

El tiempo se ha encargado de devolver a "El Eternauta" de Breccia, el sitial de obra maestra inconclusa que se merece. En sus páginas se observa un Breccia maduro que ha viajado desde un dibujo claro y preciso a un estilo más anarquico y libre en donde la línea, la mancha y el collage comienzan a convivir.

Todo parece indicar que el dibujante, a sus ya 50 años de edad, ha dado todo de sí. Nada más equivocado. En 1973 prepara un nuevo reto junto a Norberto Buscaglia. Ambos se empeñan en una tarea casi imposible: adaptar parte de "Los Mitos de Cthulhu" de H.P. Lovecraft.


Sherlock Time

Sherlock Time es una historieta argentina que marca un momento especial de sus creadores, escrita por Oesterheld y dibujada por Alberto Breccia en su primer trabajo en conjunto.

Publicado el primer número el 5 de diciembre de 1958, en la edición número 5 de la revista Hora Cero Extra. Luego de once capítulos publicados también en Hora Cero Semanal, deja de aparecer en septiembre de 1959, en el número 13 de Hora Cero Extra. Fue republicada en Europa y luego, en forma completa, en los años '70 en Pif Paf de Ediciones Record. Finalmente Colihue la editó en formato de libro en el año 1995.

Julio Luna, jubilado, consigue a precio de ganga una mansión en San Isidro. A pesar de que está descuidada decide comprarla y refaccionarla. Cuándo comienza su tarea de matemarica se da cuenta que los dueños anteriores desaparecieron misteriosamente. Pronto comprende que la casa es una trampa tendida por extraterrestres. Un misterioso personaje, Sherlock Time, lo rescata cuándo Luna está siguiendo el fatal destino de los anteriores propietarios. El precio que le impone su salvador, es que le permita habitar en una extraña torre que tiene la mansión. En los sucesivos episodios, Luna se entera que la torre es en realidad una cosmonave y que Sherlock la utiliza para sus investigaciones en el espacio. El afortunado jubilado, entre mates y facturas, acompañará al investigador en su periplo al mejor estilo J.H.Watson de Arthur Conan Doyle.


Matias Haag, Francisco Pucci y Julieta Wendorff.

1 comentarios:

  • Mariano Chinelli dijo...

    Buen trabajo de difusion, buena biografía, pero vale mencionar las fuentes...

  • Publicar un comentario